Actualmente utilizo seis tarjetas de crédito. Y no, no estoy endeudada, no soy millonaria, ni compradora compulsiva.
Sé bien que la recomendación de la Condusef al usar este tipo de plásticos es precisamente no tener más de dos, ya que se corre el riesgo de endeudarse y manejarlas incorrectamente.
¿Por qué tantas?
Observar a mis padres desde muy niña, cuando ambos terminaron en el temido Buró de Crédito por no saber administrarse bien, me dejó una lección muy especial.
Me di cuenta de lo importante que era tener una tarjeta de crédito, cuando tuvieron que internar en el hospital a mi tía favorita, y nadie contaba con una, para entregar como garantía de pago. Se trataba de una situación en la que los segundos son determinantes para salvar una vida y que la falta de una simple tarjeta, pudiera afectar tanto, me marcó.
Así, en cuanto comencé a ganar dinero, mi mayor preocupación fue tener un historial crediticio sano y que me permitiera contar con un par de tarjetas de crédito, que cubrieran mis necesidades; además de estar lista para cualquier emergencia.
Sin embargo, me di cuenta de algo más:
Las ventajas de aparecer en el Buró de Crédito con buenas referencias, fue una grata sorpresa para mí.
Esta «carta de presentación» llama la atención de diversos bancos, que en busca de más clientes, suelen ofrecer atractivos productos; con beneficios como no pagar anualidad, posibilidad de diferir los pagos a meses sin intereses, o de adquirir con descuentos y promociones otro tipo de productos, como boletos de avión o compras en tiendas, cafeterías y restaurantes.
No se trata de tener muchas tarjetas de crédito, solo porque te las ofrecen, sino aceptar las que convienen, para darles un uso apropiado a cada una y sacarles la mayor ventaja posible.
Cabe destacar, que antes de siquiera pensar en aceptar una tarjeta de crédito, pongo especial atención en la tasa de interés, el CAT anual y sobre todo si cobra anualidad o no.
La mayoría de las tarjetas que yo utilizo, las manejo, con la condición de no pagar anualidad, ya que representaría un gasto muy elevado y que evidentemente no convendría.
¿Cómo le hago?
Para empezar sigo al pie de la letra las principales reglas para utilizar correctamente una tarjeta de crédito:
- Tener presente la fecha de corte.
- Cumplir con la fecha de pago o de preferencia pagar antes.
- No gastar más de lo que ganas.
- Pagar más del mínimo.
- Saber que las tarjetas de crédito no son dinero extra.
Sin embargo, desde que comencé a utilizar mi primera tarjeta, me di cuenta que necesitaba hacer algo más:
– Registrar cada movimiento
Llevar un control constante de cada compra que realizaba y la fecha exacta en que lo hacía. Si utilizaba la tarjeta un día después de la fecha de corte, sabía que ese gasto lo podría cubrir un mes después. Y ahora lo hago con cada uno de los plásticos.
– Domiciliar
No todas las tarjetas de crédito las utilizo para salir de compras cada mes.
Así que para mantenerlas en uso y sin gastar de más, he domiciliado algunos pagos corrientes como puede ser la luz, Netflix, telefonía móvil, internet y cualquier gasto mensual o quincenal fijo que sé que debo hacer. Además de ahorrarme filas para pagar, tengo un mayor control al momento de cumplir con las fechas de pago de esos servicios.
– Aprovechar la banca electrónica
Entre las ventajas de usar este tipo de servicios de internet, para mí el más práctico ha sido el poder pagar todas las tarjetas con un solo clic. Además, puedo vigilar los movimientos de cada una y así evitar que haya algún cargo no reconocido, y tener un registro todavía más minucioso de mis gastos y deudas.
– Usar el teléfono
Llamar al servicio de atención a clientes de cada banco me ha sido muy útil, para saber cuánto debo y cuándo debo pagar, sobre todo en caso de que no me llegue mi estado de cuenta, no pueda ver en internet mi información, o tenga alguna duda.
– Crear mis propias herramientas
En Excel elaboré mi propio cuadro de seguimiento, en el que anoto mis gastos, las fechas de cada uno y con qué tarjeta de crédito los hice. Así al final de cada quincena hago un corte y reviso cada uno de los movimientos, para finalmente saber cuánto tendré que pagar.
Elaboré un calendario que tengo colgado en la puerta de mi habitación, con las fechas de corte y pago de cada una de las tarjetas.
– Alertas en mi smartphone
Para evitarme sorpresas, he programado cada fecha de pago y una alarma que suena dos días antes para recordármelo. Así tengo suficiente tiempo para ir al banco si es necesario o realizar el pago en línea.
– Dar a cada tarjeta un propósito
Con base en su límite de crédito, cada tarjeta que uso tiene un propósito muy específico, algunas para comprar cosas a meses sin intereses. Otras, las uso para domiciliar pagos, comprar productos específicos como boletos de avión y salir de compras.