PARÍS. Los astrónomos que obtuvieron la primera imagen de un agujero negro lograron captar la luz de sus campos magnéticos, un paso importante para comprender mejor la dinámica de estos fenómenos cósmicos.
El 10 de abril de 2019, la imagen daba la vuelta al mundo: se trataba de un círculo oscuro en medio de un disco resplandeciente, correspondiente a un agujero negro supermasivo ubicado en el centro de la galaxia Messier 87 (M87), situada a 55 millones de años luz de la Tierra.
Obtenida gracias a la iniciativa internacional Event Horizon Telescope (EHT) que reunió un total de ocho telescopios en el mundo, la imagen era la prueba más directa de la existencia de estos fenómenos tan masivos y compactos que lo absorben todo, incluido la luz.
Dos años después, los científicos del EHT saben más cosas sobre la mecánica de este agujero negro, cuya masa es varios miles de millones de veces superior a la del Sol.
En un artículo publicado en The Astrophysical Journal Letters, divulgaron una nueva imagen del objeto bajo una luz polarizada -como a través de un filtro- y que permite “comprender mejor la física detrás de la imagen de abril de 2019”, subrayó el español Iván Martí-Vidal, coordinador de los grupos de trabajo del EHT e investigador de la Universidad de Valencia.
La polarización evidenció la estructura del campo magnético situado en los bordes del agujero negro y permitió producir una imagen precisa de su forma, parecida a un torbellino de filamentos.
Este campo magnético extremadamente potente opone una resistencia a la fuerza de gravitación del agujero negro: Se produce una especie de equilibrio entre ambas fuerzas, como si fuera un combate, aunque al final gana la gravedad.