Una sola jirafa blanca sobrevive en el mundo y un grupo conservacionista le colocó un GPS para protegerla de los cazadores que mataron al resto de su familia.
El ejemplar se encuentra en una reserva natural al noreste de Kenia, cerca de la frontera con Somalia y su color se debe a una condición genética que se llama leucismo, que causa la pérdida de la pigmentación en la piel.
En marzo de este año una hembra de jirafa blanca y su cría de siete meses fueron halladas muertas en la reserva por el grupo conservacionista Ishaqbini Hirola Community Conservancy.
Por esa razón, es que se le colocó al animal un dispositivo en uno de sus cuernos para poder rastrear todos sus movimientos ahora que se quedó solo, pues además es macho.
En el proyecto también participó el Servicio de Vida Silvestre de Kenia y la organización Save Giraffes Now.