El proceso de
innovación está cambiando, si hoy en día una manzana cae sobre su cabeza y se
le ocurre la idea de la gravitación universal, sería un proceso muy parecido al
que sucedió hace algunos siglos con un joven Isaac Newton. La diferencia es
que, si Newton estuviera presente hoy, probablemente publicaría un concepto en
un sitio comunitario frecuentado por una red de otros aspirantes a físicos que
colaborarían en los conceptos de atracción gravitacional y rotación terrestre.
Este ejemplo
ilustra que la parte del proceso de innovación que ha experimentado un giro de
gran impacto es la colaboración para crear ideas. Cada vez más, este proceso
está siendo facilitado y mejorado por redes formales establecidas con la
intención de fomentar la creatividad, el aprendizaje y la innovación. En lugar
de estar trabajando en laboratorios secretos con pruebas y errores individuales
obsesivos, la innovación se ha abierto. Las organizaciones, desde las empresas
hasta las universidades, los gobiernos y las organizaciones sin fines de lucro,
han adoptado el proceso de innovación abierta y, en ocasiones, las redes de
innovadores cruzan estos tipos de organizaciones.
¿Por qué está
pasando esto?
La respuesta
más corta es, porque funciona. La innovación está en los titulares más que
nunca, en gran parte debido a presiones a las empresas e industrias por un
consumidor digital con gustos y hábitos cambiantes y también por la velocidad
de los avances tecnológicos que pone en peligro la durabilidad de las ventajas
competitivas de estas empresas. Existe una opinión común de expertos de que la
innovación es una necesidad tanto para la ventaja competitiva en el nivel
empresarial como para la resolución de desafíos críticos a nivel social.
La innovación
abierta genera un conjunto más amplio de colaboradores. Esto toma el concepto
de aprovisionamiento público y lo aplica a problemas u oportunidades muy
específicas y acelera todo el ciclo y crea ciclos virtuosos de iteración y
aprendizaje. En ocasiones inclusive se invita al cliente y al cliente del
cliente de la empresa a colaborar en innovar en productos y servicios dirigidos
a ellos. Esto es más certero y ágil que aplicar las encuestas tradicionales a
clientes. Este es un ejemplo común de expansión del proceso más allá de las
cuatro paredes de la I+D.
¿Qué es lo
que pueden hacer las organizaciones?
Hay dos
caminos que las organizaciones toman cada vez con mayor frecuencia: programas
de innovación abierta a nivel empresarial y programas agresivos de creación de
productos, servicios y plataformas con un alto grado de integración de
tecnologías disruptivas.
La innovación
abierta a nivel empresarial depende de varios elementos clave para que esto
funcione. Primero, la innovación debe convertirse en una prioridad y
entretejerse en la cultura, lo que significa tener un modelo operativo
disciplinado, con políticas e indicadores que fomenten el proceso. En segundo
lugar, es fundamental que se proporcionen herramientas y habilidades para
ayudar con todo el proceso, desde la ideación hasta la ejecución. Para que todo
esto funcione realmente, descubrimos que un programa de innovación formal
impulsado por un centro de aplicación práctica de la innovación es un factor
fundamental del éxito.
En un centro
de innovación, todas las personas pueden ser ideadores, se genera la confianza
de que la creatividad es parte de todos nosotros, y que esta creatividad sumada
a la colaboración entre individuos genera ideas más refinadas y enfocadas al
problema a solucionar.
Cualquier
colaborador puede recibir aportes, desde la ideación hasta la entrega de un
nuevo producto o negocio del ecosistema de innovación abierta. Del mismo modo,
los socios, clientes o incluso expertos en la materia de universidades u otras
fuentes de conocimiento consultadas en este ecosistema. Teniendo como uno de
los objetivos acercarse a los ecosistemas de innovación abierta, Accenture
recién inauguró en la Ciudad de México su primer Centro de Innovación en el
país, un espacio en donde, las grandes organizaciones, las startups y la
academia, van a trabajar juntos para encontrar soluciones innovadoras a los
diferentes retos que puedan tener en el mercado, en la industria y en la
sociedad y con esto colaborar para alcanzar nuevos niveles de competitividad
como país.
Esta práctica
es apropiada para cualquier industria, desde el comercio hasta la creación de
tecnología, desde los líderes de las compañías, hasta el encargado de un grupo
de programadores. Hay conceptos que anteriormente se aplicaron y perfeccionaron
en la creación de tecnología (como conceptos ágiles) que ahora aplicamos a
procesos de creación de nuevos productos, servicios y soluciones en estos
Centros de Innovación.
Bajo estos
mismos conceptos, el desarrollo de prototipos y pruebas de concepto se vuelven
fundamentales ya que quitan la intangibilidad y los riesgos asociados a las
grandes ideas innovadoras. Son, en muchas ocasiones, más poderosos que un caso
de negocio financiero sólido ya que permiten probar en tiempo real y con
audiencias reales si el concepto desarrollado tiene potencial. Crear prototipos
y pruebas de concepto genera otro elemento fundamental para la sobrevivencia y
crecimiento de estas organizaciones: el aprendizaje continuo.